29/4/2025 | Entrada nº 67 | Dentro de Comunicados

Hagamos nuestros sistemas digitales y energéticos locales más distribuidos, redundantes y asíncronos

Comunicado de la Fundación Repoblación sobre lo que aprendimos del apagón de ayer y sus consecuencias para nuestros objetivos y proyectos. Es el momento de reenfocar, reanalizar e incorporar nuevas formas de hacer la digitalización a todas las acciones y programas de la Fundación.

¿Qué aprendemos del apagón general de ayer en España y Portugal?

  1. No hay sistemas infalibles. La resiliencia de los sistemas y por tanto de las condiciones de trabajo y vida de las personas no puede garantizarse el 100% del tiempo exclusivamente a escala macro.
  2. Dado el escaso nivel de soberanía energética de empresas, cooperativas y viviendas, nuestro sistema productivo y de servicios públicos es poco resiliente y, en caso de caída de las líneas eléctricas, puede hacer emerger costes humanos y materiales muy altos.
  3. Cuando la digitalización no va acompañada de un impulso de la soberanía energética y especialmente cuando se basa en sistemas de gestión centralizados y síncronos (sincronizados en tiempo real), aumenta la fragilidad general en vez de aportar a la retrabajosiliencia.
  4. La redundancia aumenta los costes, pero es necesaria para asegurar una resiliencia que sirva para que, en caso de crisis, se pueda restaurar inmediatamente a nivel local la operatividad de los servicios básicos a personas y organizaciones.
  5. Las Comunidades Energéticas Locales (CEL) y los sistemas de «autoconsumo eléctrico» sólo aportan a la capacidad de respuesta de centros sanitarios, escuelas, comercios, fábricas, talleres y viviendas cuando están basados en la autoproducción, es decir cuando podemos acceder de forma directa a la energía que producimos en nuestros tejados.
  6. Muy al contrario de lo que mil series de televisión habían imaginado y predicho, la respuesta al apagón no fue el caos, la insolidaridad competitiva ni el colapso. Nuestros pueblos respondieron con serenidad y solidaridad. Los únicos servicios que no pudieron responder con facilidad a la necesidad pública fueron aquellos cuyos sistemas de organización y facturación están centralizados y son síncronos, pues quedaron bloqueados al caer las conexiones a Internet. Faltaron además herramientas básicas analógicas de organización y coordinación comunitaria, empezando por las radios comunitarias, los sistemas de alarma de mayores solos y las personas con aparatos médicos de primera necesidad en sus casas.

¿Cuales son las líneas de trabajo a partir de aquí?

  1. A corto plazo el camino de la resiliencia pasa por aumentar la redundancia: ayer echamos de menos tener nuestras propias placas solares y contar con conexiones satelitales a Internet. Dotarnos de esos «seguros» debe ser parte del diseño integral de nuestros servicios y sistemas digitales a partir de ahora.
  2. Hay que apostar por reducir la escala a la que construimos la soberanía energética. Las Comunidades Energéticas Locales son fundamentales para ésto. Pero no al modo en el que se están creando ahora, en el que al final son dependientes del uso de la red general. Lo que aprendimos ayer es que el aporte de tejados de Ayuntamientos y centros públicos a las CEL puede ser complementario y significar un importante ahorro de costes y emisiones en situación normal. Pero si queremos que las CEL aporten a la resiliencia en situaciones de crisis, el núcleo de las CEL tiene que reposar, literalmente, sobre los tejados de los miembros. No basta el autoconsumo, hay que dar el salto a la autoproducción.
  3. Todos los sistemas digitales de facturación, historial de usuarios, etc. que afectan directamente a la organización de la producción de bienes y la prestación de servicios deben ser lo más distribuidos posible y, en caso de necesidad, asíncronos, para que las dificultades a la hora de sincronizar con un control central no haga imposible seguir trabajando.

¿Cuáles son los objetivos a los que debemos aspirar a medio plazo?

Debemos aspirar a hacer nuestros pueblos más resilientes, verdaderas «Células de Resiliencia» como dicen los expertos en prospectiva y seguridad del estado.

El camino es hacer que nuestros sistemas a nivel local aporten a que los sistemas generales de energía y gestión de la información sean más distribuidos, con mayor redundancia y, en caso de que necesiten centralizar información, asíncronos.

Y en nuestra práctica concreta esto significa...

Los servicios locales básicos y los servicios locales digitales, deben tener asegurada la continuidad en caso de crisis del sistema a escala mayor: producir y poder consumir su propia energía, y tener formas alternativas de enviar y recibir datos. Eso significa, a corto, dotarnos de sistemas redundantes de conectividad y acceso a electricidad limpia autoproducida.

Dicho sin matices: quien tenga una cámara frigorífica debe tener placas sobre ella, quien tenga cocina y agua sanitaria eléctrica en su casa debe tener un mínimo de electricidad propia garantizada, quien dependa del acceso a Internet para poder seguir trabajando debe tener conexiones alternativas y un mínimo de suministro eléctrico... y todo ésto debe coordinarse colectivamente, de forma cooperativa, para optimizar costes e instalaciones.

Proyectos clave en la digitalización como la incorporación del ticket y la factura electrónica -obligatorios ya este año- deben rediseñarse para permitir el envío asíncrono. Si por la razón que sea no hay conexión, el proceso de trabajo y los servicios no pueden parar.

Proyectos digitales que mejoran la seguridad y la atención de personas en situaciones especiales, como los mayores que viven solos o las personas con maquinaria médica o crítica en sus casas, deben reenfocarse para aumentar su resiliencia en caso de caída de la red de datos o la eléctrica de forma urgente.

En la misma lógica hay que recuperar y poner en valor viejos sistemas analógicos. Ayer echamos de menos tener radios locales y comunitarias que relataran lo que estaba pasando y cómo ayudar en nuestros pueblos.

Resumiendo, desde ayer no podemos separar el impulso de la digitalización del esfuerzo por aumentar la resiliencia local y comunitaria.

Por eso nos comprometemos a rediseñar todos nuestros proyectos de digitalización para hacerlos resilientes ante crisis de los sistemas de conectividad, para que sumen y hagan más robustas a nuestras comunidades y pueblos.

Todo ésto supone además la necesidad de un esfuerzo de análisis y desarrollo no sólo tecnológico sino teórico sobre las redes, las comunidades y las formas de hacerlas más resilientes y generadoras de abundancia. Por eso, además de todo el trabajo material y práctico, nos comprometemos a:

  1. Abrir en el curso de este año la Biblioteca Juan Urrutia, un proyecto fundamental, que hasta ahora ha sido retrasado por razones técnico-urbanísticas sin el que ya no podemos continuar seriamente nuestro trabajo.
  2. Rediseñar y dar como título al NEBFest 2025: Digitalización y Resiliencia. Este año nos plantearemos cómo hacer nuestras casas, servicios sociales, procesos comunitarios y tejido productivo más resilientes, acelerando al mismo tiempo la digitalización y su capacidad para impulsar vidas, empresas y comunidades mejores.

Nuestros pueblos deben ser verdaderas «células de resiliencia» que aporten a la solución de las crisis de mayor escala, no víctimas pasivas. El camino pasa por hacer de cada uno de nuestros proyectos un vector de soberanía en todas sus dimensiones, empezando por la soberanía tecnológica y la energética.

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